El martes 16 de mayo, en el marco del II Congreso Internacional de Mujeres en Victoria, organizada por la comisión AEL Mujer, en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, se ha desarrollado varias actividades, entre ellas, el Conversatorio “El ejercicio de los roles de la mujer en la sociedad y en la Iglesia”.
En el cual han participado, la Dra. Fátima Oliva, como moderadora del conversatorio; como panelistas estuvieron el presidente de la Alianza Evangélica Latina, Pr. Juan Cruz Cellammare; el presidente de la Asociación Nacional de Evangélicos de Bolivia (ANDEB), el Pr. Henry Nogales y el presidente de ACE, el Apóstol Ing. Belford Guthrie.
Asimismo estuvieron presentes las delegadas por la Comisión AEL Mujer, la Pastora Magda Ramírez de Castro, delegada de Costa Rica, y la Lic. Carmen Bermúdez de Castro, delegada de El Salvador.
Y como comentarista del conversatorio estuvo la Psicóloga Gloria Hernández, quien es delegada del Uruguay.
Cabe señalar que, el conversatorio se dividió en dos partes:
En el primer bloque se ha abordado el tema “La mujer en la sociedad y la mujer en la iglesia”
Donde se ha expresado que, el rol de la mujer en la sociedad sigue siendo limitado al no permitir que desarrolle todos los dones que Dios la ha dotado. Si bien se ha avanzado en leyes que protegen a la mujer, el déficit en la acción sigue siendo significativo.
En Bolivia, ha existido un avance importante en ello y también en América Latina, sin embargo, sigue siendo lento el acompañar ese cambio.
Se reafirma que los principios del Reino de Dios deben establecerse en la sociedad y también dentro de la iglesia en cuanto a la honra y dignidad de la mujer
Varón y hembra los creó Dios, con cualidades únicas y complementarias.
En el segundo bloque se refirió al ejercicio de los roles de la mujer dentro de la iglesia.
Se expresó que la violencia hacia la mujer también se da al interior de nuestras iglesias.
En una encuesta realizada en una iglesia local, se encontró que alrededor del 66% de las mujeres miembros de esa iglesia habían recibido violencia psicológica, y el 30% violencia física. Una muestra que preocupa y que puede estar presente en muchos hogares de cristianos en América Latina.
Por ello, es necesario diseñar protocolos de acción para identificar los signos que revelen que una mujer puede estar siendo víctima de violencia (baja autoestima, no aceptar un privilegio, no sentirse competente para desarrollarse, entre otros).
El que maltrata también necesita ayuda.
Por ello, la importancia de romper el silencio dentro de la iglesia y que todos los temas puedan ser hablados y tratados con efectividad. El principal cómplice del abuso y la violencia es el silencio.
Los panelistas/presidentes y delegadas, todos coincidieron en la necesidad de profundizar estas acciones y seguir trabajando en favor de la vida libre de violencia para la mujer dentro de la iglesia, los ministerios cristianos y en toda la sociedad.
Abordar temas como estos, y hacerlo con efectividad deben ser de los principales objetivos de la Iglesia: constituirse en la Comunidad Terapéutica que acoge, contiene y sana en el poder del Espíritu Santo.
Las aulas de nuestras escuelas dominicales son contextos privilegiados para prevenir, identificar y tratar estas problemáticas. Es la mirada de Jesús que observa el dolor de la persona y actúa. Lo vemos en el ejemplo del Maestro que recorría pueblos, aldeas, predicando, enseñando y sanando.
Fue importante la exposición de los panelistas/presidentes en enfatizar el aporte de la mujer y, de trabajar desde sus instancias, para que se respete y se dignifique su labor.