El pasado viernes 18 de octubre, la Comisión AEL Mujer llevó a cabo el Conversatorio Virtual “Salud Mental y Violencia”, un evento de gran relevancia que abordó la grave problemática de la violencia contra la mujer. Este evento se alineó con el sentir de Dios Padre, como se expresa en la palabra de Proverbios 22:24-25: “No tengas nada que ver con gente violenta, ni te hagas amigo de gente agresiva, para que no imites su conducta y tú mismo te tiendas una trampa”.
Las expositoras, la pastora Ligia Wurfel de Argentina y la psicóloga Gloria Hernández de Uruguay, abordaron de manera magistral diversos aspectos relacionados con la violencia y sus efectos, enfocándose particularmente en la salud mental de las víctimas y la atención social necesaria para hacer frente a este mal.
Más de 30 pastoras y pastores se conectaron a través de Zoom, y un significativo número de personas lo hicieron vía Facebook, lo que permitió que el mensaje llegara a un público diverso y comprometido con el tema. Durante el desarrollo del conversatorio, se expusieron cifras alarmantes sobre la violencia intrafamiliar y social, que, a pesar de los esfuerzos de las iglesias y los gobiernos, continúa siendo un problema profundamente arraigado en las sociedades y mentes humanas.
Uno de los temas que acaparó mayor atención fue “Los rostros de la violencia”, que puso en primer plano las diversas manifestaciones de este flagelo. En este sentido, la pastora Ligia Wurfel abordó el tema desde la perspectiva social, destacando que, lamentablemente, la violencia y sus consecuencias mentales afectan incluso los ámbitos religiosos. Con una amplia experiencia en el manejo de esta problemática, Wurfel ha ayudado a niños, jóvenes y mujeres en situaciones de vulnerabilidad, proporcionando herramientas clave para enfrentar esta difícil situación. Entre las recomendaciones que ofreció se incluyeron la importancia de la prevención, la detección temprana y el adecuado tratamiento de las acciones violentas.
Además, la pastora enfatizó la necesidad de establecer protocolos de atención que brinden una ruta clara tanto a las víctimas como a los responsables, asegurando así que se garantice la vida plena que Dios ha diseñado para la humanidad.
Finalmente, se reiteró que a Dios le duele el sufrimiento de las víctimas, y que su voluntad es ver una vida transformada y regenerada por el glorioso mensaje de Jesucristo, llevando esperanza y sanidad a quienes sufren las secuelas de la violencia.
Este conversatorio significó un espacio de reflexión y acción, alentando a las iglesias y a la sociedad en general a continuar trabajando juntos para erradicar la violencia y promover una vida de paz y plenitud en Cristo.